Las gentes de A Gamalleira, Tallobre y demás me han hecho descubrir cómo con un poco de cariño, simpatía, amabilidad y cerveza con manzana, uno puede ser feliz de una manera pocas veces alcanzable.
La sabiduría en las palabras de Gumersindo, las risas sinceras, la simplicidad de un poco de embutido con pan en un merendero, o la generosidad con un casi desconocido al que se le hace sentir como uno más, me han hecho ver claramente algo que es tan simple como suena, pero que en realidad practicamos poco: ser feliz.
Mi corazón y mi alma se quedan para siempre enamorados de estas gentes, de los lugares, de las conversas y de los momentos vividos en unos días inigualables.
Dejad que os diga algo (más allá de las tonterías habituales que suelo decir), no se necesita ni mucho dinero, ni mucho tiempo, ni “éxito” para ser feliz, únicamente dejar la arrogancia de los que se creen que en las urbes está todo, que esta generación sabe más y mejor cómo funcionan las cosas y escuchar a los que desde siempre han vivido con lo justo, entienden lo que les rodea, y que te lo ofrecen todo, incluido lo que quizá sea lo más bonito que existe, una sonrisa.
A vosotros, a los que me habéis invitado a esas tierras mágicas, a los que me habéis hecho sentir como un hermano o un hijo, y a los que me habéis robado el corazón, sólo me queda daros una vez más las gracias y ofreceros todo lo que tengo, quizá poco, pero de corazón.
Disculpad esta entrada tan “ñoña”, pero creo que lo mínimo que podía hacer después de estos días era intentar explicarle al mundo cómo me han hecho sentir y emocionarme estas gentes.
Links:
Mapa A Gamalleira
Mapa Tallobre
Por cierto, el señor que me acompaña es el mítico Gumersindo! si lo vais a visitar algún día recordaros de llamar primero, por si lleva la escopeta! ;)
ResponderEliminarSin palabras Carlitos ¡¡¡ Aqui ahora mismo ya sabes hora punta de siesta, pero cuando comiencen la actividad, vamos a leerles las peaso palabras que les has dedicado. Bs
ResponderEliminar